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EVOÉ, EUOÉ, O EVOHÉ, EUHOÉ - Escritor Antonio de Calera
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EVOÉ, EUOÉ, O EVOHÉ, EUHOÉ

EVOÉ, EUOÉ, O EVOHÉ, EUHOÉ

EVOÉ, EUOÉ, O EVOHÉ, EUHOÉ, grito ceremonial y litúrgico de las bacantes que proviene de las bacanales ya que se pronunciaba de forma repetida en la festividades de Baco o Dyonisos en memoria de nuestra madre Eva según unos, aunque para otros esta palabra la tienen por una interjección dándole por significado “Bene sit illi”, esto es: Bien le suceda. El Evohé es el grito de los sátiros (seguidores de Dioniso o Baco) cuando hay motivo de gran regocijo, como al recoger a Ariadna en la isla de Naxos, abandonada por Teseo. De evoé procede la palabra ovación, ceremonia de honor menor que la de triunfo, por evolución de ovare, estar contento, sentir orgullo, derivado a su vez del griego euazein, gritar de alegría, formado por la interjección euoi que se usaba en honor a Dioniso y que hoy día en el portugués de Brasil, evoé es un grito de alegría que se pronuncia como señal de triunfo o de júbilo, como en el Carnaval.  Evohé se cree que fue la exclamación de valor empleada por Júpiter para animar a su hijo Dioniso mientras luchaba contra los Gigantes en la Gigantomaquia, equivalente a “Valor, hijo mío” y de ahí deriva Evan y Evius, unos de los muchos apodos con los que se conoce a Baco-Dyonisos, el dios del vino. En Grecia, según Fulcanelli, las bacantes eran llamadas Eva, palabra también derivada de Evohé con el que las lúbricas bacantes o ménades y los sátiros, ebrios de vino, invocaban la presencia de Baco. Las seguidoras de Dioniso, las bacantes, aparecen en las calles de Tebas, van ataviadas con la vestimenta del dios, la piel de corzo, y empuñan el tirso, especie de caña coronada de yedra, parra o lana. Llevan un largo recorrido pero son felices pues acompañan al dios, y muestran su gozo con el grito ritual del evohé: “desde la tierra de Asia, dejando el sacro Tmolo, corro en pos de Baco, dulce esfuerzo, fatiga placentera, lanzando el báquico evohé” (65-67). Bacantes, 20-25.

dionisos

Esta es una preciosa canción de Pablo Guerrero, 1985, que la interpreta Luis Pastor que es una inyección de vitalidad, de energía positiva, de buen rollito, de la sensibilidad en la que me siento sumido. Para cuando estés en momentos bajos te transcribo esta vieja canción suya. Empieza así: Si te aburres tanto como en una noche de bodas, evohé. Y acaba: Si una historia comienza y otra historia termina, evohé.

 

EVOHÉ

“Si te aburres tanto como en noche de bodas, evohé.
Si oyes rumor de naves y batir de olas, evohé.

Si roncan tus pulmones como una tubería, evohé.
Si el ángel de tu vida no llegó todavía, evohé.

Si tu esposa la dulce te dijo ahí te quedas, evohé.
Si tu esposo y tu amante son la misma moneda, evohé.
Si al pasar lista a tu cuerpo te falta la cabeza, evohé.

Si se mueren solemnes tus últimas certezas, evohé.
Si los profetas te hablan del Día del Espanto, evohé.

Si la rica heredera fue insensible a tu encanto, evohé.

Si es de noche y no encuentras dioses ni aspirinas, evohé.
Si piensas ir montado en taxi a la oficina, evohé.

Si de pronto estás muerto y eres tú el asesino, evohé.

Si luego resucitas con un vaso de vino, evohé.
Si el infierno se acerca y todo te marea, evohé.
Si sólo tus zapatos saben de qué pie cojeas, evohé.
Si el autobús ignora el camino del cielo, evohé.

Si echaste a la basura tu mejor consuelo, evohé.
Si el horizonte es humo y el mar es gasolina, evohé.

Si te lo recomienda tu mejor vecina, evohé.
Si el día de tu santo te regalan corbatas, evohé.
Si tu mejor amigo asalta tu cubata, evohé.
Si te quedan rasguños de aquella despedida, evohé.
Si una historia comienza y otra historia termina, evohé.

 Dicen que la palabra Evohé es de origen etrusco o griego que posteriormente fue latinizada y viene a significar en sentido alegórico algo así como “viva la vida” o “vive la vida”. Esta palabra Evohé es un término fundamental en uno de los capítulos la novela Rayuela de Julio Cortázar, donde describe un acto amoroso, erótico, pero utilizando palabras no conocidas, inventadas, sin embargo se entiende con una gran facilidad lo que quiere decir. Evohé viene siendo el grito culminante del acto amoroso.

“Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sústalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que embulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo como poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiento, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer una fílulas de cariaconcia. Y sin embergo era a penas el principio, porque un momento dado ella se tordulaba los urgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios, apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía. De pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadeoyante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpásmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio se sentían valparamar, perlinos y márulos, temblaba el troc, se vencían las marioplumas y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en cariñas casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias”.